martes, 12 de diciembre de 2017

LA NAVIDAD DE AQUELLOS DIAS AZULES


 

La Navidad me retrae a los días azules de mi niñez, a la calle empedrada de mi Casillas natal, cuando el pueblo era algarabía de amaneceres, a mi hogar pequeñito, lleno de calor familiar, a aquella entrañable reunión de vecinos para cantar villancicos en la Nochebuena, al calor de la lumbre, a las migas de pan de tío Alberto, hechas con manteca, para “almorzar” el día de Navidad, a la misa del gallo en la Iglesia de mi pueblo, a aquel caballo de cartón el día de Reyes. A todo eso, y más, me recuerda la Navidad. En esos días azules de mi infancia, me enseñaron a compartir juguetes y alegrías, ilusiones y encuentros, y aquel gozo de vivir la inocencia.  

En este tiempo ya de mí avanzada madurez, aunque intento permanecer en aquel niño, vivir, todavía, en mi interior, aquellos días azules, contemplo la Navidad con la sonrisa gris de la indiferencia, como aquel que mira el amanecer de un paisaje cotidiano y frio.

Creo que hoy el mundo es el horizonte antagónico del verdadero sentido de la Navidad: la humildad, la sencillez, la solidaridad, el encuentro, el dejar a un lado todas las diferencias para darnos la mano y el corazón, mirar y ayudar al que sufre, al que no tiene pan ni abrigo, al que necesita un abrazo, o unas palabras de cariño; eso todo es la Navidad, o debería ser la Navidad. Y que bueno si esa Navidad no se limitara al compromiso de unos días, si no al de todo el año o al de toda una vida.

Pero como digo y creo, el mundo parece ir por otros derroteros. Levantamos fronteras, en lugar de derribarlas, ponemos piedras en el camino de la reconciliación y del entendimiento, crece el odio y las desigualdades, las guerras, el terrorismo, el egoísmo, la lucha de intereses.

Aquel pesebre de Belén fue una lugar sin luz, solo la claridad de la noche iluminaba el sencillo recinto, mientras María sobre las pajas, humildemente, paria a aquel niño que nos daría el ejemplo de amor más sublime de la historia de la humanidad. Hoy la Navidad se viste de escaparates atrayentes, de luces suntuosas que llenan, con exuberante iluminación las avenidas, las calles y las plazas de las ciudades. Hoy, en la Navidad, los medios de comunicación nos bombardean con propaganda consumista. A los niños se les enseña a pedir, a  Papa Noel  y a los Reyes Magos, el juguete más moderno y más caro. Y mientras, yo, iluso de mí, recuerdo, con nostalgia, aquel sencillo caballito de cartón que tanta ilusión me produjo, aquel humilde juguete que me hizo feliz y que tuve la inmensa suerte de compartir con mis amigos.

Navidad es alegría, sí, pero también compromiso de amor, y ahí debería empezar el cambio de este mundo equivocado, en una Navidad donde se derribaran las barreras del odio, las tensiones del egoísmo, las divisiones de intereses…  Siempre es buen momento para buscar una mesa-camilla familiar donde sentarnos a hablar para entendernos y reconciliarnos; y, tal vez, esta Navidad podría ser una buena oportunidad para ello.

Algunos dirán que todo esto es utopía, ingenuidad infantil irrealizable, sin embargo, yo seguiré pensando, que el día que perdamos la ingenuidad y la utopía, habremos perdido la batalla para intentar alcanzar un mundo mejor

Y mientras tanto, siempre nos quedaran aquellos días azules de la infancia. Feliz Navidad.

sábado, 11 de noviembre de 2017

EXTREMADURA: EL TREN DE LA HISTORIA


Extremadura gritará el día dieciocho en Madrid la injusticia de su abandono. Nadie nos enseñó a avanzar con la rabia en los dientes, nadie nos indicó el camino de una demanda firme y justa, solo nos embargó la espera y el silencio de siglos, el conformismo crónico con nuestra pobreza de pan y de ánimo, la humillación ante la injusticia. La dependencia del poderoso ha estado siempre en nuestra tierra ligada a la necesidad material de una supervivencia precaria y mendigante. Extremadura ha sido y es una tierra sometida históricamente al desarraigo, victima indolente de privilegios y leyes injustas que le arrebataron su tradicional medio de vida y le impidieron avanzar hacia un verdadero desarrollo cultural y económico.

Desde que nuestros primitivos ancestros, los vetones y lusitanos tuvieron que someterse, no sin digna resistencia, a los designios de otras civilizaciones, pasando por los privilegios reales a raíz de la reconquista, por las injustas desamortizaciones de mediados de siglo XIX, que arrebataron a los extremeños los pocos medios de vida de que disponían, por el ninguneo y abandono de Extremadura en el periodo de desarrollo industrial del siglo pasado, que trajo como consecuencia la terrible sangría de la emigración, hasta el momento actual en que continuamos esperando pacientes el pago de nuestra deuda histórica, sometidos a seguir siendo el vagón de cola del tren nacional, nuestra tierra ha sufrido un cúmulo incesante de injusticias y agravios.

Pero, tal vez, haya llegado la hora de abandonar nuestro silencio secular, nuestro conformismo, nuestra espera de tiempos mejores, y salir al viento a gritar nuestras justas reivindicaciones, a decir que esta tierra es rica, llena de futuro, pero que necesitamos trazar caminos de progreso, infraestructuras para nuestro trabajo y para nuestras riquezas, como el tren del siglo XXI que el pasado día dieciocho exigió Extremadura en Madrid, en ese corazón de España, que ya es hora de que empiece a producir algún latido para esta tierra. Pero, sobre todo, es la hora de los políticos, de los que nos gobiernan, ellos tienen la obligación de recoger el eco de este grito, la obligación de luchar, en nombre de Extremadura, por lo que el pueblo extremeño está exigiendo: justicia para nuestra tierra, y herramientas de futuro y progreso, para que ya nunca más volvamos a perder el tren de la historia.

Creo que la manifestación de Madrid el pasado día 18 debería haber sido, sobre todo, un latido de reivindicación histórica. El tren, aunque importantísimo, puede ser la excusa para que se oiga el grito del pueblo extremeño, silenciado durante siglos. Empecemos por algo. Nos lo pide la memoria de nuestros antepasados, condenados a vivir en la miseria y en la incultura por aquellos que les arrebataron sus medios de vida e hicieron de la tierra extremeña el coto de unos pocos. Bienvenida sea la voz de Extremadura en el centro de España, ya era hora.

martes, 10 de octubre de 2017

SOBRE CATALUÑA.


 

Tengo la sensación, como humilde españolito de a pie, que, desde hace ya muchos años, la clase política ha perdido su sincronía con la sociedad. Parece que los pensadores y gestores de la cosa pública se ubicaran en un ámbito distinto al real.

Desde la ejemplaridad de la transición, donde todas las posiciones antagónicas se encontraron en una base de modelo social que dio paso a un periodo de convivencia y desarrollo democrático sin precedentes en nuestra reciente historia, hemos ido paulatinamente desarrollando factores de desunión y enfrentamiento que nos han llevado el dramático momento actual. Estamos ante un mes de octubre transcendental en la reciente historia de España.

Cuando escribo este artículo (martes, 10 de octubre de 2017) desde este rincón de mi tierra extremeña, la tensa expectativa ante los acontecimientos que están a punto de desencadenarse en Cataluña, me llevan a hacerme, una vez más, la pregunta que tanta gente en estos días nos hemos hecho: ¿Se podía haber evitado todo esto? Y aquí es donde, como respuesta, encuentro la ineficacia de la gestión política, la falta de perspectiva, la carencia de acercamientos y de dialogo a tiempo.

En la multitudinaria manifestación del domingo, día 8, en Barcelona, se demostró que hay un deseo unánime de convivencia en común dentro de las diferentes ideas y tendencias de pensamiento que cada uno, o cada sector social pueda tener.

La evidencia histórica nos dice que cuando Josep Tarradellas, hombre clave y conciliador en la transición democrática del 77, dio paso a Jordi Pujol, como President de la Generalitat de Cataluña, comenzó a sembrarse en aquella tierra la semilla del odio y el desprecio a todo lo español, y para ello usaron unas de las herramientas más poderosas que una sociedad puede poseer: la educación; ahora están recogiendo la cosecha. La educación, que debería haber tenido, desde el primer momento del arranque democrático, un consenso global donde los valores humanos y las libertades individuales impidiesen el adoctrinamiento y la manipulación de las conciencias. Un factor tan transcendental en un sociedad como es el factor educativo no puede estar supeditado al capricho del gobierno de turno, el adoctrinamiento en la educación acarrea odios, fanatismos y desuniones que nos puede llevar a enfrentamientos no deseados, la historia está llena de ejemplos.

Los responsables políticos se han dedicado a la propaganda personal y a la imagen, a la búsqueda de los votos para mantenerse en las confortables y bien remuneradas poltronas, y algunos a meter la mano en la caja publica, antes que intentar buscar la solución de los problemas sociales a través del dialogo y del consenso.

La manifestación del domingo, día 8 en Barcelona, fue una llamada de atención a la clase política, la sociedad está dispuesta a convivir en paz. Creo que si los políticos y gobernantes hubiesen estado a la altura de esta sociedad, no hubiésemos llegado a las dramáticas circunstancia en que nos encontramos.

No se en que situación estará el grave problema de Cataluña cuando este articulo salga a la luz en nuestro periódico local. Sé que hemos alcanzado un momento de desencuentro tal en el que la única salida es el cumplimiento y la ejecución de la ley, Pero también pienso que cuando esto pase, y esperemos que pacíficamente, debemos pensar en el dialogo como prioridad para la solución de los problemas.

jueves, 7 de septiembre de 2017

EL MUNDO Y EL TREN



            Uno pensaba que tras la caída de aquel muro berlinés, símbolo de una división mundial, tantas veces al borde del enfrentamiento, ya podríamos respirar tranquilos los sufridos habitantes de este frágil planeta; pero nada más lejos de una realidad cada vez más incuestionable. A veces, aquellas cosas que pensábamos imposible que ocurrieran, se nos convierten en verdades cotidianas a fuerza de hacerse arte y parte de la vida diaria.
Mientras en esta soleada mañana de septiembre miro por la ventana los postreros colores del verano y repaso ante la pantalla de mi ordenador las últimas noticias, pienso en lo poco que sirven las lecciones de los acontecimientos históricos ante la inercia destructiva del ser humano. Cuando creíamos que el mundo iba a unirse en un abrazo fraternal tras la caída del muro de Berlín, cuando la guerra fría parecía convertirse en un cálido encuentro de paz y unión entre los habitantes de la tierra, resulta que, después de casi 28 años de aquella fecha, los hechos precipitan una realidad diferente y nos hacen volver de nuevo a aquella inquietud de la época, tan llena de avatares y sobresaltos. El terror yihadista, el Brexit, la victoria no deseada de Trump en EE UU, el independentismo catalán, el avance de la ultraderecha en Europa, el terrible problema de la migración mundial, la huida del hambre y de la guerra, las desigualdades económicas a nivel global, la amenaza nuclear de ese loco norcoreano llamado Kim Jong-un, etc, Todos estos acontecimientos negativos nos han hecho despertar de un sueño efímero, tal vez imposible. Se nos apagó la luz esperanzadora de aquel 9 de noviembre de 1989 y el ser humano vuelve a tropezar, una vez más, en la misma piedra del rencor, de la avaricia, del odio y de la locura…

Desde que los intereses territoriales inventaron las fronteras, dividendo al mundo en países con realidades propias, la historia de la humanidad ha sido y es una serie de enfrentamientos alimentados por las ambiciones y los radicalismos.

Y… mientras esto ocurre en el mundo, Extremadura grita su abandono de siglos, Trenes de injusticias recorren los raíles de mi tierra, chirriando ausencias, caminos ancestrales de pobreza que piden dignidad, orgullo y ayuda. Extremadura viaja sobre una queja enquistada por el tiempo. Es la hora del grito, de decir, basta ya, de anunciar que somos hijos de una tierra generosa, hecha de brazos y corazones abiertos; extremeños que apretaron contra su pecho el dolor de abandonar su tierra cuando la pobreza y el hambre les obligó a ello; extremeños que repartieron su sudor, su trabajo y su amor en otros rincones de España. Por eso, esta tierra se merece su dignidad, su bienestar, su sueño. Por eso yo exijo desde aquí, un tren digno para mi tierra, porque los extremeños también pagamos nuestros impuestos en este país llamado España para tener unos servicios dignos y decentes.

La luz de la tarde se abre paso entre los árboles que empiezan a insinuar su color de otoño. Mientras, desde la mirada de Dios, en la inmensidad del universo, un punto débil llamado tierra sigue su viaje imparable, un punto donde habitan seres pequeños cuyas ambiciones, egoísmos y odios les hacen ciegos e insensibles al único sentimiento capaz de salvar al mundo: el amor.
 

sábado, 8 de julio de 2017

LA IMPUNIDAD EN LAS REDES SOCIALES


Como decía Don Sebastián en la Verbena de la Paloma, hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad. Si adaptamos esta frase a la actualidad de este siglo veintiuno, tan esperanzador como preocupante, es inevitable referirnos a los enormes avances del mundo tecnológico: Informática, internet, redes sociales. Todos estos conceptos, en muy poco tiempo, han sobredimensionado las relaciones humanas y han revolucionado el comercio y la económica mundial.

Son indudables los avances producidos con el uso de las nuevas tecnologías. Las redes sociales, en sus diferentes exponentes,  están condicionando las interconexiones cotidianas entre las personas de todo el mundo. Las distancias se anulan en la comunicación. Podríamos decir que los diálogos, al carecer de la presencia corporal y de la cohibición ante la inmediatez física, se humanizan, se sinceran... Es evidente que las nuevas tecnologías han producido un enorme cambio mundial en todos los sentidos.

Sin embargo, todas estas herramientas de relación social, se han puestos en nuestras manos sin unas reglas de uso, sin un código ético de conducta, sin una clara y eficiente legislación aplicable. Este es el caso, en concreto, de las redes sociales: Facebook, Wasap, Twitter, etc.

No hay día que no se produzcan menosprecios, insultos, descalificaciones gratuitas, injurias, calumnias o faltas de respeto en las redes sociales, muchas de ellas amparadas en el anonimato o en la permisividad temerosa de la administración ante la influencia de estos medios en la opinión pública. En este, como en otros temas de actualidad, parece que hay un miedo escénico a la aplicación de la ley, cuando es de lógica que la ley debería estar hecha para ser aplicada con justicia siempre que la evidencia de los hechos lo requiera

La ley debe tener un control en el uso de la palabra en estas nuevas formas de relación verbal, por supuesto, sin coartar la libertad de expresión, pero cuando lo que se dice o se escribe se usa como insulto, injuria o calumnia, con falta de respeto y sin atenernos a los más esenciales principios morales, educación o decoro, estamos incurriendo en delitos que deben ser castigados por ley.

Es conveniente recordar que tanto mayor es el daño causado cuanto más difusión se le da a la palabra, caso de las redes sociales. La autoridad debe actuar de oficio y sin ambigüedades cuando se constate un delito flagrante de atentado a la dignidad personal.

Son claras y evidentes las enormes ventajas positivas que el uso de las nuevas tecnologías ha aportado a nuestro sociedad, pero, precisamente por ello, por su importancia social y humana, al escribir u opinar en este amplísimo espacio de comunicación, debemos hacerlo con cuidado; con plena libertad, sí, pero siendo conscientes del correcto uso de aquello que expresemos y difundimos, y, en todo caso sabiendo que existe, para nuestra tranquilidad, una predisposición legislativa actuante en caso de faltas o delitos por el uso incorrecto de las palabras en las redes sociales.

miércoles, 21 de junio de 2017

DE LOS CHIRINGUITOS A SAN JUAN Y VICEVERSA


 

Iba terminando el mes de mayo y los calores del verano madrugaban abriéndose paso entre alguna que otra brisa aliviadora del incipiente estío. De pronto, la noticia es vox populi por los mentideros caurienses. Se dice, se habla, se comenta que los chiringuitos del rio, léase del Paseo de la Isla (Ricardo González) no podrán montar, abrir, este año debido a una ley sobre zonas inundables. El gentío se alarma, las redes sociales se llenan de alegatos a favor de la apertura, e, incluso algunos pretenden promover una manifestación popular sobre el tema. Los afectados se reúnen con el sr. Alcalde, quien, parece ser, toma cartas en el asunto, el problema se soluciona y todo el mundo contento. Ya podemos tomarnos las birras fresquitas a la orilla de nuestro padre Alagón, o de deleitarnos en las noches estivales con los exquisitos pollos a la brasa, o cenar con los huevos al aire del Marleza. Lo cierto es que nos parecía impensable un verano en Coria sin los chiringuitos del Paseo, sin esas bajadas a la Isla después de toro de la tarde, sin esa vuelta por el ferial y esa cenita familiar, o de amigos, a la orilla del rio.

Y mientras todo esto ocurre, San Juan se acerca, como cada año, tras el Corpus, que sirve, con sus perrunillas, su ponche, sus programas y su proclamación de reina y damas, de puerta de entrada a la fiesta. Los caurienses preparan sus trajes sanjuaneros, las peñas ultiman detalles y los abanderados se encomienda al Santo, mientras van percibiendo por el estómago el cosquilleo, hormigueo, de los nervios previos a la fiesta.

Yo, un servidor de ustedes, como cada año, veré los toros desde la barrera. Tendré, si Dios quiere, el privilegio de contemplar, con emoción y expectación, el paso del encierro desde el balcón de mi amigo Julián, en la rúa de los Paños. Mi mirada, atenta, seguirá la carrera de los astados desde la Cava a las Cuatro Calles, con alguna que otra foto o video, vía móvil, en el trayecto; y después, quizá, bajaré al repleto vallado de la plaza para ver la salida del toro, hasta la segunda campanada. Daré, tal vez, alguna vuelta por la peñas para degustar las exquisitas viandas de nuestra tierra, con algún que otro vaso de ponche o gazpacho, mientras se percibe en el ambiente la emoción del toro en la calle. Y en la madrugada, de nuevo, desde el balcón de mi amigo Julián en la rúa de Los Paños, veré pasar la charanga en los minutos previos a la salida del encierro, agrupando jolgorios y alegrías que se acentúan, en la estrechez de la calle, al ritmo festivo de la música.

San Juan es tradición, fiesta, motivos de encuentros de caurienses, de corianos, de corianas, mayores y pequeños, presentes y ausentes. Días que remueven recuerdos de los que están y de los que se fueron. Perfil del alma de un pueblo lleno de historia, que refleja en el tiempo sabores y sentires ancestrales. Raíz de una emoción. Culto al toro. Alegría del toro y con el toro. Estampa noble en las calles antiguas de Coria, donde el respeto y la admiración se hermanan para ensalzar la bravura y la nobleza de este antiguo baluarte de los campos ibéricos.

Sin embargo, como cada año, pasaran los días de San Juan por la ciudad de Coria y seguirá el verano, como siempre, con un montón de grados a la espalda, incitando al agua para el refrigerio, vacaciones en la playa, noches de campo, búsquedas de sombras y piscinas naturales, ríos de sierra por los montes de Gata.

Y, nosotros, lo que seguimos por estos pagos, siempre tendremos a mano los chiringuitos del Paseo de la Isla (Ricardo González), montados y abiertos, gracias, tal vez, al sentido común, ese sentido que a veces está por encima de las propias leyes. Chiringuitos donde pasar del verano por un rato, tomándonos una birra fresquita a la sombra y a la brisa del río.

jueves, 11 de mayo de 2017

EL ECO TRÁGICO DE MIGUEL HERNANDEZ


.El pasado veintiocho de marzo se cumplieron setenta y cinco años de la muerte de Miguel Hernández. Por encima de las circunstancias que condicionaron la vida y la obra del poeta oriolano, se alza su extraordinaria poesía. A pesar de las indudables influencias que tuvo su obra, sobre todo en la primera etapa, la voz poética de Hernández se erige, entre los poetas de su tiempo, con una indiscutible y acentuada personalidad.

Podríamos dividir en cuatro etapas diferenciadas la vida y la poesía del vate alicantino. En la primera se percibe la influencia de un entorno social católico y conservador. Miguel estudia hasta los quince años en los colegios jesuitas de Orihuela, vive el influyente conservadurismo eclesiástico del momento y respira el profundo sentido religioso de su entrañable amigo Sijé. Concluida la etapa escolar,  comparte su oficio de pastor de cabras con largas horas de lectura, en las que los clásicos, la poesía barroca y el modernismo, tienen su prevalencia. En esta primera etapa de poesía local, juvenil, se refleja esa influencia socio-religiosa y barroca, propia de las lecturas y del entorno que le rodea. Sin embargo, incluso en este albor de su poesía, ya se percibe su personalidad: la metáfora es un trazo de su propia realidad vital, una expresión de lo sencillo, de lo cotidiano, donde, a veces, como en su primer libro, “Perito en Lunas”, el hermetismo barroco de Góngora destaca en su más cruda cotidianidad.

En el segundo viaje a Madrid, después del relativo fracaso del primero, comienza la segunda etapa de su vida y de su obra poética. El encuentro con la atmosfera liberal del Madrid de la República, el ambiente poético-cultural-artístico del momento, tan lleno de atrevimientos vanguardistas y, sobre todo, las amistades e influencias de Pablo Neruda y de Vicente Aleixandre, producen en Miguel Hernández un cambio radical en su forma de pensar personal y poética.

La urgente pasión amorosa del poeta, que encuentra la frialdad del desdén en su novia oriolana, Josefina Manresa; o el desprecio de la pintora Maruja Mallo, después de otorgarle generosamente sus primeras experiencias sexuales, le provocan el canto al amor de una forma trágica y apasionada en los bellos sonetos de “El Rayo que no cesa”. Nadie hasta entonces había cantado de forma tan sublime al amor desdeñado, Miguel convierte en tragedia personal ese desprecio, ese desdén al impulso amoroso, de una forma profundamente bella y descarnada, donde la fuerza de la metáfora, enmarcada perfecta y magistralmente en los catorce versos del soneto, se hace herida sonora del quejido amoroso.

En enero de 1936, cuando estaba a punto de publicarse “El Rayo que no cesa”, le llega la noticia, a través de Vicente Aleixandre, de la muerte de su amigo del alma, Ramón Sijé. A Miguel, se le caen los versos del corazón como gotas de sangre dolorosas y escribe la más extraordinaria elegía a la amistad que haya podido escribirse nunca en la historia de la poesía española: “...A las aladas almas de las rosas/ del almendro de nata te requiero/ que tenemos que hablar de muchas cosas, / compañero del alma, compañero”.

La tercera etapa poético-vital de Miguel Hernández, comienza al tomar la decisión de alistarse al Partido Comunista de España y presentarse, en septiembre de 1936, como voluntario en la guerra civil a favor de la Republica. Su poesía, entonces, se convierte en un grito de guerra. Versos repletos de fuerza popular, pero que, sin embargo, no pierden en absoluto su hermoso, personal y extraordinario hálito poético. Dentro de la guerra, la poesía de Miguel contiene dos etapas distintas: una primera que refleja ese impulso popular y apasionado de “Viento del pueblo” y una segunda, contenida en “El hombre acecha”, llena reflexiones poéticas sobre la injusticia y la tragedia de una guerra incivil y fratricida, y, tal vez, de desengaños personales sobre las ideas de un mundo nuevo e igualitario, después, sobre todo, de su viaje a Rusia.

La cuarta y definitiva etapa del poeta oriolano es aquella en que las circunstancias posteriores a la Guerra Civil, le llevan a las cárceles, al abandono y a una enfermedad y muerte consecuencias de la denigrante situación carcelaria de la postguerra. Tras las rejas de las cárceles y entre las paredes de las celdas, escribió Miguel Hernández su bellísimo libro de despedida, el “Cancionero y romancero de ausencias”, donde la poesía se endulza hasta lo íntimo, se amansa hasta la tristeza y se percibe la vida, el amor y la muerte como un susurro de queja y esperanza.

La tremenda injusticia con que a este grandísimo poeta se le dejo morir, sin hacer nada para impedirlo, con tan solo 31 años, en un camastro del Reformatorio de Adultos de Alicante, raya en el asesinato o en la ejecución material, por omisión, de aquella pena de muerte conmutada dos años antes.

Era un hombre bueno y un extraordinario poeta, que vivió de forma apasionada todo aquello que le toco vivir y que se entregó en cuerpo y alma a lo que creyó justo.

Si con tan solo diez años de creación, Miguel Hernández, nos dejó su extraordinario legado literario y poético, podemos, quizá, hacernos una idea de la enorme obra que hubiese podido crear si la muerte y sus cómplices no le hubiesen arrebatado la vida aquella madrugada del 28 de marzo de 1.942

lunes, 10 de abril de 2017

LA HISTORIA SE REPITE.


 

            Cada mañana voy pasando las páginas de la prensa online a través de la ventana de mi ordenador y el paisaje que contemplo se me antoja un tanto lúgubre. Las noticias se distribuyen, como pájaros de mal agüero, por titulares nada tranquilizadores. Las ambiciones, las provocaciones, los odios, las muertes, los radicalismos… no vaticinan, precisamente, nada bueno. Parece que la historia se repite y que el ser humano vuelve a tropezar constantemente en la misma o parecida piedra del camino.


            Históricamente, después de cada convulsión a nivel internacional, o después de periodos abruptos, descubrimos que nos llega la reflexión, tal vez impulsada por el temor o el miedo, e intentamos ponernos de acuerdo a costa de lo que haga falta. Como dice nuestro refranero, tan sabio a veces: después de la tempestad viene la calma. Ejemplos: la unión de países y los acuerdos a nivel global después de la segunda guerra mundial; y si nos atenemos a nuestro domicilio nacional: el consenso político y social, aplaudido y aceptado por todos, después de la dictadura. Todo ello trajo verdaderos periodos de estabilidad, no exentos de sobresaltos, que propiciaron aceptables niveles de prosperidad y desarrollo sobre una base democrática.



 Sin embargo, la democracia, que tiene mano larga para la economía de mercado, ha conseguido otorgar a esta el verdadero poder, es decir, claramente, quien manda es el estado económico, y ese estado económico, que fabrica crisis para conseguir justificarse y afianzarse en el poder, trae como consecuencia las profundas desigualdades que constatamos en la actualidad. El resultado de todo esto es que las sociedades se radicalizan, y de ello se aprovechan los radicales, de las necesidades de una sociedad masacrada por la macro-economía. La utilización de esa masa descontenta les permite a los radicales populistas llegar al poder y, tal vez, encontrar en el la manera de superar sus propias frustraciones personales a costa de las comunidades que representan.


Todo esto, unido a los radicalismos religiosos islámicos, empeñados en sembrar de sangre y muerte la besana del mundo, nos ofrece un panorama un tanto desolador, premonitorio de madrugadas convulsivas para días de incertidumbres.


 La historia y la vida nos demuestra que, si queremos alcanzar la paz en nuestra familia, en nuestro entorno, en nuestro país, en nuestro mundo, no hay nada más útil que el diálogo, y el dialogo, siempre, no solo es hablar, sino escuchar con los oídos, pero también con la mente y sobre todo con el corazón, siempre con el propósito de ponernos de acuerdo, anteponiendo en la mesa del consenso la felicidad y el bienestar del ser humano, de nuestra inquieta y difícil sociedad, de un mundo ambiguo y complicado, que parece, hoy por hoy, más vulnerable y, a la vez, más víctima de sus propias decisiones.

 
 

miércoles, 15 de marzo de 2017

LOS JUICIOS PARALELOS.




En una sociedad democrática como la nuestra, el equilibrio entre la libertad de expresión, el derecho a la información, la publicidad de los procesos judiciales y la protección de los derechos fundamentales de las personas, resulta difícil de mantener, debido a diversos factores mediáticos que suelen contaminar la vías informativas y procesales.
El articulo veinte de la Constitución nos garantiza el derecho a la libertad de expresión así como a comunicar y recibir libremente información veraz. Al mismo tiempo, el artículo 120 de nuestra Carta Magna consagra la publicidad de las actuaciones judiciales. Por otra parte, el articulo veinticuatro garantiza la presunción de inocencia, que se recoge también en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo artículo 11.1 establece que: “toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad’. Por último, el artículo dieciocho de la Constitución establece las garantías del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen.

Está claro que la sociedad debe recibir, por garantía legal, información veraz de los procesos judiciales a través de los medios de comunicación y que las partes vinculadas al proceso tienen derecho a mantener su honor, su imagen y su dignidad como personas. El problema surge cuando, por intereses económicos, políticos e incluso personales, se manipula la información, vulnerándose el principio de veracidad. Es arto evidente la enorme influencia que los medios de comunicación tienen en la opinión pública; una opinión publica predispuesta siempre al morbo, a la crítica fácil y al regodeo placentero con el dolor y la desgracia ajena.

La labor de investigación eficiente y veraz de los medios de comunicación es un evidente, necesario e indiscutible apoyo a la investigación judicial. Sin embargo, cuando la noticia se difunde en base a fuentes interesadas en el proceso o a la búsqueda a toda costa de audiencia por parte de los medios informativos, ello conlleva una falta absoluta de rigor que empieza por no contrastar, interesadamente, la información recibida, produciéndose una opinión publica equivocada, cuyas consecuencias pueden dañar de forma irreparable la imagen, la dignidad y el honor de las personas vinculadas al desarrollo judicial.

Un ejemplo de lo que estamos comentado es el caso del asesinato de Rocío Wanninkhof. Durante las actuaciones previas al desarrollo del proceso y durante el mismo, se produjeron una serie de informaciones opiniones y debates públicos interesados que propiciaron un juicio paralelo mediático acusatorio hacia Dolores Vázquez, el cual trajo como consecuencia su declaración de culpabilidad por un jurado popular. Más tarde pudo comprobarse su inocencia, cuando las pruebas de ADN demostraron la culpabilidad de otra persona. Pero el daño ya estaba hecho ¿Qué justicia podría reparar el sufrimiento ocasionado a Dolores Vázquez por una información no contrastada que influyó negativamente en la opinión pública y en el fallo erróneo del jurado popular? Este es uno de los numerosos ejemplos que se pueden dar en relación a los juicios paralelos en los procesos judiciales.

Creo que el tema es lo suficientemente grave para que la ley intervenga. La constitución dice que la información debe ser veraz y contrastada, hasta estar seguros de su veracidad, antes de su publicación. Por ello, cuando se producen noticias falsas sujetas a intereses diversos u opiniones que pretendan erigirse a priori en jueces o jurados ante la opinión pública durante un proceso judicial, con un daño evidente a la dignidad y al honor de las personas, debe existir una normativa que controle esa información y en caso de falsedad o calumnia no debería culparse legalmente solo a la fuente que proporcionó la noticia sino también al medio que le dio difusión.

Por otra parte, la enorme proliferación de las redes sociales requiere igualmente un exhaustivo control legal por parte del estado. En dichas redes abundan los comentarios insultantes, gratuitos y desinformados, llevados por intereses mediáticos o tal vez por el simple placer de hacer daño, y, en la mayoría de los casos, amparados bajo el cobarde anonimato.

Todo ello demanda un marco legal que determine las causas en base a los efectos a fin de salvaguardar los derechos y libertades frente a sus excesos.