Hay una magia singular en las noches con lluvia, aunque pensar en el
sufrimiento de los inundados nos devora la poesía… compartida desde la
distancia. Cuando llueve, las tardes se dan prisa en morir y a veces no
tienen suerte porque alguien les asesta una puñalada y aparece un requicio
del ocaso. Nos ilusionamos: ¡Dejó de llover! Y antes que terminamos de la frase, el cielo se cierra otra vez, la lluvia vuelve a
golpearnos la cara, y dibuja espejitos en el asfalto, en los que pueden mirarse y acicalarse los duendes cuando salen a controlar la noche. Pero está el otro lado de las cosas, según del modo que miremos…
El gorrito gris que protege al bebé del frio, la pérdida de todo lo
material que fue comprándose con esfuerzo, el rosario que se desliza
entre los dedos de una anciana, la hilera de mujeres y hombres esperando
la botella de agua potable…..bolsas de polietileno navegando por el
río, escapando de una camioneta cargada de mercancias , persistencia
denodada de bomberos y la permanente solidaridad de los vecinos.
La
lluvia no tiene corazón, tan pronto regala al hombre una buena cosecha como
la destruye con un diluvio. Y es el hombre, quien desde hace muchos años
olvida la sencilla sabiduría de la naturaleza y no valora los dones
recibidos
lunes, 24 de agosto de 2015
miércoles, 19 de agosto de 2015
EL ESPEJO DEL DESARRAIGO
Cuando el mes de agosto cruza su ecuador, empieza de nuevo, como cada año, la tranquilidad cotidiana en el pueblo. Pasaron días de reencuentros, miradas cómplices y palabras de afectos, momentos de amistad y cercanía. La ausencia se diluye en el saludo, en el abrazo, en tertulias nocturnas de historias y recuerdos.
Aquellos hijos e hijas de este campo entrañable, que obligados por la escasez de unos años de lucha y sacrificio, tuvieron que dejar su pueblo y su gente, como el árbol joven que le arrancan de su tierra natal para plantarlo en suelo ajeno, vuelven en estos días calurosos del estío a reencontrarse con los rincones de su infancia, para ellos, tan llenos de emociones y vivencias perdidas en un recuerdo cada vez mas lejano.
Fueron días de calles llenas de gritos infantiles, teatros de fiestas y costumbres en la mano abierta de la plaza, campanadas de horas amenizando la memoria colectiva de un pueblo.
Pero la Extremadura desarraigada retorna a su ausencia, y poco a poco, casi sin despedidas, el pueblo vuelve a la soledad de costumbre, dejando en las esquinas el eco de un viaje de ida endulzado en la esperanza de la vuelta.
Este es el espejo del desarraigo de una tierra partida en dos por el vació doloroso de los que se fueron, como principes-mendigos, abandonados por los pechos secos de una madre fámelica, y el empeño de los que se quedaron buscando, entre la tierra arida, semillas y esperanzas de futuro.
viernes, 14 de agosto de 2015
UN PUEBLO SOLIDARIO
Cuando el fuego les obligó a abandonar sus
casas, los vecinos de Acebo, Perales y Hoyos, encontraron las puertas abiertas
de un pueblo solidario, Moraleja. Dejaron atrás sus propiedades sin saber qué hallarían
a la vuelta; una situación angustiosa que les hizo estar pendientes de ese hilo
emocional que nos envuelve ante el desconocimiento de lo que nos depara el
destino en un acontecer adverso. Pero la espera fue cálida, afectiva. Sintieron
en la piel de la emoción el calor de su gente, de la gente cercana de su
tierra, y supieron enseguida que no estaban solos. Hoy han vuelto de nuevo a
sus casas, en un entorno triste, pero, a la vez esperanzador; en su memoria
quedará para siempre el recuerdo de unas horas amargas, pero, a la vez, llenas
de atenciones y afectos
La experiencia de la
historia nos demuestra que el pueblo llano, la gente humilde, responde siempre
de forma espontanea y generosa ante la desgracia cercana. En las zonas rurales
de Extremadura, sobre todo en épocas de precariedad económica, eran y son
frecuentes los ejemplos de solidaridad entre vecinos. Quizá por ello, haciendo
honor a los genes solidarios del pueblo extremeño, Moraleja respondió con
generosidad y entrega a la llamada de Cruz Roja y otros colectivos, llenando de
alimentos, agua, camillas, mantas, colchonetas etc. los pabellones habilitados
al efecto.
Es encomiable también el
trabajo, la dedicación y la generosidad de todos los efectivos entregados a la
extinción del incendio, los bomberos, personal, material y vehículos del
cercano país portugués, que acudieron como apoyo importante a los trabajos de
extinción, los voluntarios de Cruz y Roja y Protección Civil, las personas que
por propia iniciativa se decidieron a colaborar en la entrega de alimentos o en
la ayuda organizada de las tareas contra el fuego, etc.
No deja de ser admirable
como el ser humano, en casos de tragedia o necesidad, saca lo mejor de sí mismo,
quizá, en esta ocasión, fue la cercanía, la familiaridad del entorno y de sus
vecinos, el conocimiento próximo de los medios de vida, en peligro, de los
habitantes de las zonas afectadas, dependientes del turismo, del paisaje, de la
flora, de las aguas; en definitiva, de la hermosa naturaleza que nos brinda
esta esplendida sierra del norte extremeño.
Ahora es tiempo para la
esperanza. Ya se están realizando tareas de limpieza de los ríos y del entorno
afectados. Es necesario un plan minucioso de recuperación de la zona,
aprendiendo de los errores y estableciendo medios legales y físicos que
impidan, en todo lo posible los incendios. La máxima ayuda a las personas y los
pueblos afectados, para una pronta recuperación del paisaje y de los medios de
vida.
Los titulares catastrofistas de algunos medios de comunicación, tergiversando la realidad, han podido hacer mucho daño a la economía de esta querida tierra; ejemplo: “Las llamas reducen a cenizas la economía de Sierra de Gata”, El Mundo, 09/08/2015. Nada más lejos de la realidad. No olvidemos que la Sierra de Gata tiene una superficie de 125.400 ha y 21 pueblo El incendio ha afectado a 8.500 ha y a 3 pueblos, por lo que 116.900 ha. Y 18 pueblos no han sido dañados por el fuego. La Sierra de Gata sigue estando llena de atractivos turísticos que es necesario promocionar.
Por sus paisajes, sus
gargantas, sus aguas cristalinas, su fauna, su flora y sobre todo por su gente
buena, amable, generosa, trabajadora, hospitalaria y SOLIDARIA, merece la pena
visitar y disfrutar de esta bella sierra extremeña.
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