sábado, 21 de octubre de 2017
martes, 10 de octubre de 2017
SOBRE CATALUÑA.
Tengo la sensación, como humilde españolito de a pie,
que, desde hace ya muchos años, la clase política ha perdido su sincronía con
la sociedad. Parece que los pensadores y gestores de la cosa pública se
ubicaran en un ámbito distinto al real.
Desde la ejemplaridad de la transición, donde todas
las posiciones antagónicas se encontraron en una base de modelo social que dio
paso a un periodo de convivencia y desarrollo democrático sin precedentes en
nuestra reciente historia, hemos ido paulatinamente desarrollando factores de desunión
y enfrentamiento que nos han llevado el dramático momento actual. Estamos ante
un mes de octubre transcendental en la reciente historia de España.
Cuando escribo este artículo (martes, 10 de octubre de
2017) desde este rincón de mi tierra extremeña, la tensa expectativa ante los
acontecimientos que están a punto de desencadenarse en Cataluña, me llevan a
hacerme, una vez más, la pregunta que tanta gente en estos días nos hemos
hecho: ¿Se podía haber evitado todo esto? Y aquí es donde, como respuesta,
encuentro la ineficacia de la gestión política, la falta de perspectiva, la
carencia de acercamientos y de dialogo a tiempo.
En la multitudinaria manifestación del domingo, día 8,
en Barcelona, se demostró que hay un deseo unánime de convivencia en común dentro
de las diferentes ideas y tendencias de pensamiento que cada uno, o cada sector
social pueda tener.
La evidencia histórica nos dice que cuando Josep
Tarradellas, hombre clave y conciliador en la transición democrática del 77,
dio paso a Jordi Pujol, como President de la Generalitat de Cataluña, comenzó a
sembrarse en aquella tierra la semilla del odio y el desprecio a todo lo
español, y para ello usaron unas de las herramientas más poderosas que una
sociedad puede poseer: la educación; ahora están recogiendo la cosecha. La
educación, que debería haber tenido, desde el primer momento del arranque
democrático, un consenso global donde los valores humanos y las libertades
individuales impidiesen el adoctrinamiento y la manipulación de las
conciencias. Un factor tan transcendental en un sociedad como es el factor
educativo no puede estar supeditado al capricho del gobierno de turno, el
adoctrinamiento en la educación acarrea odios, fanatismos y desuniones que nos
puede llevar a enfrentamientos no deseados, la historia está llena de ejemplos.
Los responsables políticos se han dedicado a la
propaganda personal y a la imagen, a la búsqueda de los votos para mantenerse
en las confortables y bien remuneradas poltronas, y algunos a meter la mano en
la caja publica, antes que intentar buscar la solución de los problemas
sociales a través del dialogo y del consenso.
La manifestación del domingo, día 8 en Barcelona, fue
una llamada de atención a la clase política, la sociedad está dispuesta a convivir
en paz. Creo que si los políticos y gobernantes hubiesen estado a la altura de
esta sociedad, no hubiésemos llegado a las dramáticas circunstancia en que nos encontramos.
No se en que situación estará el grave problema de
Cataluña cuando este articulo salga a la luz en nuestro periódico local. Sé que
hemos alcanzado un momento de desencuentro tal en el que la única salida es el
cumplimiento y la ejecución de la ley, Pero también pienso que cuando esto
pase, y esperemos que pacíficamente, debemos pensar en el dialogo como
prioridad para la solución de los problemas.
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