martes, 10 de octubre de 2017

SOBRE CATALUÑA.


 

Tengo la sensación, como humilde españolito de a pie, que, desde hace ya muchos años, la clase política ha perdido su sincronía con la sociedad. Parece que los pensadores y gestores de la cosa pública se ubicaran en un ámbito distinto al real.

Desde la ejemplaridad de la transición, donde todas las posiciones antagónicas se encontraron en una base de modelo social que dio paso a un periodo de convivencia y desarrollo democrático sin precedentes en nuestra reciente historia, hemos ido paulatinamente desarrollando factores de desunión y enfrentamiento que nos han llevado el dramático momento actual. Estamos ante un mes de octubre transcendental en la reciente historia de España.

Cuando escribo este artículo (martes, 10 de octubre de 2017) desde este rincón de mi tierra extremeña, la tensa expectativa ante los acontecimientos que están a punto de desencadenarse en Cataluña, me llevan a hacerme, una vez más, la pregunta que tanta gente en estos días nos hemos hecho: ¿Se podía haber evitado todo esto? Y aquí es donde, como respuesta, encuentro la ineficacia de la gestión política, la falta de perspectiva, la carencia de acercamientos y de dialogo a tiempo.

En la multitudinaria manifestación del domingo, día 8, en Barcelona, se demostró que hay un deseo unánime de convivencia en común dentro de las diferentes ideas y tendencias de pensamiento que cada uno, o cada sector social pueda tener.

La evidencia histórica nos dice que cuando Josep Tarradellas, hombre clave y conciliador en la transición democrática del 77, dio paso a Jordi Pujol, como President de la Generalitat de Cataluña, comenzó a sembrarse en aquella tierra la semilla del odio y el desprecio a todo lo español, y para ello usaron unas de las herramientas más poderosas que una sociedad puede poseer: la educación; ahora están recogiendo la cosecha. La educación, que debería haber tenido, desde el primer momento del arranque democrático, un consenso global donde los valores humanos y las libertades individuales impidiesen el adoctrinamiento y la manipulación de las conciencias. Un factor tan transcendental en un sociedad como es el factor educativo no puede estar supeditado al capricho del gobierno de turno, el adoctrinamiento en la educación acarrea odios, fanatismos y desuniones que nos puede llevar a enfrentamientos no deseados, la historia está llena de ejemplos.

Los responsables políticos se han dedicado a la propaganda personal y a la imagen, a la búsqueda de los votos para mantenerse en las confortables y bien remuneradas poltronas, y algunos a meter la mano en la caja publica, antes que intentar buscar la solución de los problemas sociales a través del dialogo y del consenso.

La manifestación del domingo, día 8 en Barcelona, fue una llamada de atención a la clase política, la sociedad está dispuesta a convivir en paz. Creo que si los políticos y gobernantes hubiesen estado a la altura de esta sociedad, no hubiésemos llegado a las dramáticas circunstancia en que nos encontramos.

No se en que situación estará el grave problema de Cataluña cuando este articulo salga a la luz en nuestro periódico local. Sé que hemos alcanzado un momento de desencuentro tal en el que la única salida es el cumplimiento y la ejecución de la ley, Pero también pienso que cuando esto pase, y esperemos que pacíficamente, debemos pensar en el dialogo como prioridad para la solución de los problemas.