sábado, 11 de noviembre de 2017

EXTREMADURA: EL TREN DE LA HISTORIA


Extremadura gritará el día dieciocho en Madrid la injusticia de su abandono. Nadie nos enseñó a avanzar con la rabia en los dientes, nadie nos indicó el camino de una demanda firme y justa, solo nos embargó la espera y el silencio de siglos, el conformismo crónico con nuestra pobreza de pan y de ánimo, la humillación ante la injusticia. La dependencia del poderoso ha estado siempre en nuestra tierra ligada a la necesidad material de una supervivencia precaria y mendigante. Extremadura ha sido y es una tierra sometida históricamente al desarraigo, victima indolente de privilegios y leyes injustas que le arrebataron su tradicional medio de vida y le impidieron avanzar hacia un verdadero desarrollo cultural y económico.

Desde que nuestros primitivos ancestros, los vetones y lusitanos tuvieron que someterse, no sin digna resistencia, a los designios de otras civilizaciones, pasando por los privilegios reales a raíz de la reconquista, por las injustas desamortizaciones de mediados de siglo XIX, que arrebataron a los extremeños los pocos medios de vida de que disponían, por el ninguneo y abandono de Extremadura en el periodo de desarrollo industrial del siglo pasado, que trajo como consecuencia la terrible sangría de la emigración, hasta el momento actual en que continuamos esperando pacientes el pago de nuestra deuda histórica, sometidos a seguir siendo el vagón de cola del tren nacional, nuestra tierra ha sufrido un cúmulo incesante de injusticias y agravios.

Pero, tal vez, haya llegado la hora de abandonar nuestro silencio secular, nuestro conformismo, nuestra espera de tiempos mejores, y salir al viento a gritar nuestras justas reivindicaciones, a decir que esta tierra es rica, llena de futuro, pero que necesitamos trazar caminos de progreso, infraestructuras para nuestro trabajo y para nuestras riquezas, como el tren del siglo XXI que el pasado día dieciocho exigió Extremadura en Madrid, en ese corazón de España, que ya es hora de que empiece a producir algún latido para esta tierra. Pero, sobre todo, es la hora de los políticos, de los que nos gobiernan, ellos tienen la obligación de recoger el eco de este grito, la obligación de luchar, en nombre de Extremadura, por lo que el pueblo extremeño está exigiendo: justicia para nuestra tierra, y herramientas de futuro y progreso, para que ya nunca más volvamos a perder el tren de la historia.

Creo que la manifestación de Madrid el pasado día 18 debería haber sido, sobre todo, un latido de reivindicación histórica. El tren, aunque importantísimo, puede ser la excusa para que se oiga el grito del pueblo extremeño, silenciado durante siglos. Empecemos por algo. Nos lo pide la memoria de nuestros antepasados, condenados a vivir en la miseria y en la incultura por aquellos que les arrebataron sus medios de vida e hicieron de la tierra extremeña el coto de unos pocos. Bienvenida sea la voz de Extremadura en el centro de España, ya era hora.