Cuando el fuego les obligó a abandonar sus
casas, los vecinos de Acebo, Perales y Hoyos, encontraron las puertas abiertas
de un pueblo solidario, Moraleja. Dejaron atrás sus propiedades sin saber qué hallarían
a la vuelta; una situación angustiosa que les hizo estar pendientes de ese hilo
emocional que nos envuelve ante el desconocimiento de lo que nos depara el
destino en un acontecer adverso. Pero la espera fue cálida, afectiva. Sintieron
en la piel de la emoción el calor de su gente, de la gente cercana de su
tierra, y supieron enseguida que no estaban solos. Hoy han vuelto de nuevo a
sus casas, en un entorno triste, pero, a la vez esperanzador; en su memoria
quedará para siempre el recuerdo de unas horas amargas, pero, a la vez, llenas
de atenciones y afectos
La experiencia de la
historia nos demuestra que el pueblo llano, la gente humilde, responde siempre
de forma espontanea y generosa ante la desgracia cercana. En las zonas rurales
de Extremadura, sobre todo en épocas de precariedad económica, eran y son
frecuentes los ejemplos de solidaridad entre vecinos. Quizá por ello, haciendo
honor a los genes solidarios del pueblo extremeño, Moraleja respondió con
generosidad y entrega a la llamada de Cruz Roja y otros colectivos, llenando de
alimentos, agua, camillas, mantas, colchonetas etc. los pabellones habilitados
al efecto.
Es encomiable también el
trabajo, la dedicación y la generosidad de todos los efectivos entregados a la
extinción del incendio, los bomberos, personal, material y vehículos del
cercano país portugués, que acudieron como apoyo importante a los trabajos de
extinción, los voluntarios de Cruz y Roja y Protección Civil, las personas que
por propia iniciativa se decidieron a colaborar en la entrega de alimentos o en
la ayuda organizada de las tareas contra el fuego, etc.
No deja de ser admirable
como el ser humano, en casos de tragedia o necesidad, saca lo mejor de sí mismo,
quizá, en esta ocasión, fue la cercanía, la familiaridad del entorno y de sus
vecinos, el conocimiento próximo de los medios de vida, en peligro, de los
habitantes de las zonas afectadas, dependientes del turismo, del paisaje, de la
flora, de las aguas; en definitiva, de la hermosa naturaleza que nos brinda
esta esplendida sierra del norte extremeño.
Ahora es tiempo para la
esperanza. Ya se están realizando tareas de limpieza de los ríos y del entorno
afectados. Es necesario un plan minucioso de recuperación de la zona,
aprendiendo de los errores y estableciendo medios legales y físicos que
impidan, en todo lo posible los incendios. La máxima ayuda a las personas y los
pueblos afectados, para una pronta recuperación del paisaje y de los medios de
vida.
Los titulares catastrofistas de algunos medios de comunicación, tergiversando la realidad, han podido hacer mucho daño a la economía de esta querida tierra; ejemplo: “Las llamas reducen a cenizas la economía de Sierra de Gata”, El Mundo, 09/08/2015. Nada más lejos de la realidad. No olvidemos que la Sierra de Gata tiene una superficie de 125.400 ha y 21 pueblo El incendio ha afectado a 8.500 ha y a 3 pueblos, por lo que 116.900 ha. Y 18 pueblos no han sido dañados por el fuego. La Sierra de Gata sigue estando llena de atractivos turísticos que es necesario promocionar.
Por sus paisajes, sus
gargantas, sus aguas cristalinas, su fauna, su flora y sobre todo por su gente
buena, amable, generosa, trabajadora, hospitalaria y SOLIDARIA, merece la pena
visitar y disfrutar de esta bella sierra extremeña.
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